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Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió».[a]

10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco).

11 ―¡Devuelve esa espada a su funda! —ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

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Footnotes

  1. 18:9 Jn 6:39